01 En la cama equivocada by Kelly Dreams

01 En la cama equivocada by Kelly Dreams

autor:Kelly Dreams
La lengua: spa
Format: mobi, epub
Tags: Erótica
editor: KD Editions
publicado: 2014-01-07T23:00:00+00:00


CAPÍTULO 5

Connor maniobró para pasar a través del umbral de la habitación en la que solía quedarse cada vez que tenía que recalar en el pueblo costero, la música del pub todavía se oía de fondo a pesar de ser ya de madrugada. Iona no había dejado de parlotear desde que abandonaron el mirador para emprender el camino de regreso, uno lleno de varias paradas e interludios igual de eróticos y morbosos. El más fresco en su mente era el que acaban de tener en un rincón del muelle, ocultos en la oscuridad y contra la pared, definitivamente aquella noche era para olvidarla una vez terminara porque si por la mañana recordase cada una de las normas autoimpuestas que estaba infringiendo, se abriría la cabeza él solito a golpes.

—Y entonces ahí estaba yo, mirándoles a ambos con ojos de besugo, pensando en que se habían vuelto completamente locos, sobre todo la chalada de mi madre, porque con mi padre aún puedes dialogar… —parloteaba ella sin dejar de jugar con la cinta que le colgaba de la muñeca—. ¿Qué fue lo último que les dije? Ah, sí… Se congelaría el infierno antes que terminar casándome con esa lechuga de campo con banda de escuela escocesa. Escocés tenía que ser y seguro que no lleva ni falda. Mira, en eso tú le ganas.

Encendió la luz de la habitación con el codo, cerró la puerta con un pequeño golpe de tacón y dejó entonces que se deslizara al suelo, sujetándola en el último momento cuando las piernas parecían no ser capaces de sostenerla.

—¿Sigues conmigo, caileag?

A juzgar por la manera en que se sujetó de sus brazos, la respuesta era afirmativa.

—Demonios, parece que después de todo el infierno se ha congelado porque ya hasta patino —se rio por lo bajo—. Sigo aquí, sigo aquí. De hecho no tengo intención de irme a ningún lado… ¡Dios, una cama! ¡Por fin!

Recuperándose al instante, cruzó la habitación y se dejó caer de espaldas en la pequeña cama, entonces se giró de lado, dejando que la tela del vestido mostrase una generosa porción de la parte superior de sus senos y sujetador.

—¿Y ahora a qué jugamos?

Jugar, sí. Le gustaba jugar y más aún con ella. La noche estaba resultando ser realmente interesante y caliente, jodidamente caliente.

—Primero jugaremos a la búsqueda del tesoro —le dijo señalando una mesilla situada al lado de su cama—. Tú te ocupas de los cajones y yo de la maleta… En alguno de los dos lados tiene que haber preservativos.

Se estiró con languidez sobre la cama, una pequeña gatita despertándole el deseo una vez más. Ella lo atraía como una sirena, cada movimiento, cada caída de ojos, cada gesto de esos labios hacían que fuera hacia ella. Se inclinó sobre el colchón y reclamó una vez más la dulce boca en un húmedo y prometedor beso. Sí, le gustaba su sabor, el de su boca y el de ese caliente y mojado rincón secreto entre sus piernas. Dios, que bien sabía, probarla había despertado la necesidad de poseerla completamente, de hundirse entre esos muslos una y otra vez.



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